viernes, 21 de mayo de 2010

LA CONDESA DE CHINCHON POR GOYA


COMENTARIO A LA OBRA
Título: La condesa de Chinchón
Autor: Francisco de Goya (1746 – 1828)
Fecha: c. 1.800
Soporte: Lienzo
Tamaño: 216x144 cm.
Propiedad del Estado Español. Antes colección particular
Ubicado: Provisionalmente en el Museo del Prado de Madrid. España.

Goya fue el artista europeo más importante de su tiempo y el que ejerció mayor influencia en la evolución posterior de la pintura, ya que sus últimas obras se consideran precursoras del impresionismo.

REFERENCIA HISTÓRICA
A puente entre los siglos XVIII y XIX, los acontecimientos históricos hicieron moldear a una sociedad que pasó de ser súbdito a ciudadano. Una época en que toda Europa modificó sus estructuras políticas, sociales y culturales, y un suceso, principalmente, dirigió la brújula de los acontecimientos humanos “la Revolución Francesa de 1789”.
Una época que se dio muchísimo interés por la historia, y la pintura, no podría ser de otra forma, miro por los ojos de sus muchos maestros de la época, el interés por los asuntos históricos. En este terreno, el de la pintura, es donde más se acentúa esa afición a lo que se llamó “la grandeza de Roma”. Copley en Inglaterra; David en Francia; y Goya en España son los mejores representantes de esa época revolucionaria.

SOBRE EL AUTOR
Francisco José de Goya y Lucientes, nació en Fuendetodos, España. Aprendió de su padre el oficio de dorador, pero, decidido dedicarse a la pintura, se trasladó a Madrid para formarse junto a Francisco Bayeu, con cuya hermana se casó en 1775, año de su establecimiento definitivo en Madrid. Bayeu le proporcionó trabajo en la Real Fábrica de Tapices, para la que realizó sesenta y tres cartones, en su mayor parte con escenas idílicas y de la vida diaria, plasmadas con colores claros y vivos e impregnadas de alegría y romanticismo.
Simultáneamente, Goya empezó a pintar retratos y obras religiosas que le dieron un gran prestigio, hasta el punto de que en 1785 ingresó en la Academia de San Fernando y en 1789 fue nombrado pintor de corte por Carlos IV.
Diez años más tarde, el 31 de octubre de 1799, Goya pasa a ser el primer pintor de Cámara, por recomendación de Godoy, y pintó para el soberano el famoso retrato La familia de Carlos IV, que se considera una de sus obras maestras. Goya trabajó como retratista no sólo para la familia real, sino también para la aristocracia madrileña, y de hecho entre estos retratos se encuentran algunas de sus obras más valoradas, como La condesa de Chinchón o las famosas La maja vestida y La maja desnuda. En los retratos de Goya destaca, en líneas generales, su atento estudio de las posturas y las expresiones, así como los contrastes de luces y sombras que realzan la figura del protagonista.
Goya está harto del absolutismo que impone Fernando VII en el país, así que en 1824 se traslada a Francia, en teoría a tomar las aguas al balneario de Plombières pero en la práctica a Burdeos, donde se concentraban todos sus amigos liberales exiliados. Aunque viajó a Madrid en varias ocasiones, sus últimos años los pasó en Burdeos donde realizará su obra final, la Lechera de Burdeos, en la que anticipa el Impresionismo. Goya fallece en Burdeos en la noche del 15 al 16 de abril de 1828, a la edad de 82 años. Sus restos mortales descansan desde 1919 bajo sus frescos de la madrileña ermita de San Antonio de la Florida, a pesar de que le falte la cabeza ya que parece que el propio artista la cedió a un médico para su estudio.

SOBRE EL PERSONAJE
Maria Teresa de Borbón y Vallabriga, hija del infante don Luis, prima del rey Carlos IV, y futura condesa de Chinchón. Despues de liberarla por un decreto del destierro, Maria Teresa y sus hermanos les devuelven el apellido de Borbón y la autorizan a casarse con Godoy. El matrimonio se somete a la voluntad de los reyes pero se aborrecen de inmediato. Cuenta Jovellanos que sintió vergüenza ajena al almorzar en la casa de Godoy sentado a la misma mesa con la esposa y la amante de este. Tal era el ambiente que le tocó vivir a la infortunada esposa. (dato importante para comprender aún mejor la obra que a continuación se analiza).

LA OBRA
Retrato de Maria Teresa donde, admirablemente, el artista capta a la modelo en su melancólica juventud, dando una imagen timidez al mismo tiempo que de inseguridad. Marginada y de tristes destinos, mirada melancólica, Goya supo, a través de tres detalles: la mirada, la posición de las manos, y el fondo sin referencias, hacer que percibamos la obra no como una suma de partes, sino como un todo.

ANÁLISIS DETALLADO
El artista ha elegido para su composición una distribución centrada en el plano básico. Si observamos el centro del mismo está, exactamente, en el encuentro de las manos. En una posición sentada y de tranquilidad, esta tiende al equilibrio y a la simplicidad. Un eje horizontal, dividen en un arriba-abajo, la meditada longitud de la parte inferior del cuerpo, que lo acerca al espectador a través de la amplia falda, no persigue más fin que acentuar el retraimiento y la soledad de la figura. Quizás, mejor que nadie, Goya, conocía el sufrimiento que estaba soportando, Maria Teresa, en su matrimonio y supo plasmarlo hasta tal punto que muchos especialistas lo califican como su mejor retrato.
Carente de líneas de referencia, ningún horizonte, ninguna referencia, y aún con todo solamente con el fondo oscuro y la armonía de grises y dorados, consigue una profundidad perfecta y natural. Una tendencia a la simplicidad, que se observa cada vez que observamos esta obra, una forma fácilmente reconocible y esquematizable, mediante un triángulo, cuyo vértice estaría en la cabeza y su base, en el final del vestido, repartiendo el peso visual en la parte de abajo (suelo) y aligerando las zona superior con la cabeza de nuestro personaje.
Un diálogo persiste en esta obra, figura y fondo. En la pintura los objetos se aprecian unos delante y otros detrás, aquí carente de referencias, solo los dos, fondo y figura, hacen llamar la atención hacia el espectador. El contenido de la obra que va más allá de la representación de la persona.
Su textura, forma y color, han sabido combinar las pinceladas bravas y abruptas del vestido, sus colores ocres iluminados como la seda, hacen de todo ello un conjunto una visión calmada, sosegada y tranquila.
La mirada desviada, el exagerado volumen del vestido, hacen que el punto de vista del espectador nos haga partícipe de una proximidad que nos obliga, y nos cierra, nuestras miradas hacia el centro de la obra, las manos que en un lenguaje tímido, esposa paciente y fiel, refleja el anillo con el retrato de su esposo.
Goya pone pone cierto énfasis en el aderezo de plumas y espigas que destaca sobre su rubio pelo, tal vez para contribuir a compensar el pequeño espacio que ocupaba la parte superior del espacio del cuadro y rematar con total naturalidad el rostro frágil y huidizo de la condesa de Chinchón.

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